El
tradicional miedo a los contratos indefinidos viene justificado por tres
realidades de la Legislación vigente:
a) Indemnización por despido
b) Bajas prolongadas, intermitentes y vacaciones remuneradas
c) Incrementos salariales y derechos adquiridos.
Evidentemente
no se pueden hacer tortillas sin romper huevos.
La
Legislación, como siempre, beneficia a los malos trabajadores frente a los
buenos de la misma manera que favorece a los empresarios sin escrúpulos frente
a aquellos que actúan de buena fe. Lo llaman Derecho garantista pero todos
sabemos quién ha hecho las Leyes vigentes y de su catadura moral. No hagamos
sangre que hoy hablamos de otra cosa.
Contratar a
un trabajador es un bien social y un beneficio para empleador y empleado. Al
menos sobre el papel y esa es la defensa que haremos desde estas líneas, ni
humildes ni modestas.
Recordemos
que, en el caso que nos ocupa, muchos emprendedores comparten trabajo e incluso
espacio con sus trabajadores, siendo, casi, uno más. Esto garantiza un mayor
rendimiento de los asalariados pero dificulta el crecimiento de la empresa.
Recordemos que no siempre queremos ese crecimiento. Muchos emprendedores sólo
buscan un sueldo decente a final de mes.
Visto lo
visto. El modelo de contrato tampoco será determinante. Sólo las condiciones y
la necesidad real de la actividad. No olvidemos que las necesidades las impone
la actividad y no el empresario. Creo que ya lo habíamos dicho.
Pero no
debemos tener miedo a contratar. Un asalariado genera riqueza para la empresa y
debe recibir un salario justo atendiendo a su responsabilidad y eficiencia.
Como norma, podemos establecer que un trabajador es rentable cuando genera una
plusvalía del 150 al 200% de su sueldo. No olvidemos la gran cantidad de gastos
que supone un asalariado para la empresa:
- Sueldo
- Seguros sociales
- Retenciones, impuestos y otras formas de extorsión institucional
- Bajas
- Material deteriorado, extraviado, perdido, etc
- Errores y malas gestiones (si las haya, todos somos humanos)
- Vacaciones
- Formación
No debemos
tener miedo, insisto, pero debemos informarnos bien y hacer los números con la
cabeza fría antes de dar el paso de incrementar la plantilla y,
desgraciadamente, también debemos tener la cabeza fría a la hora de despedir a
un trabajador para no entrar en pérdidas irrecuperables. Es preferible pedir un
crédito para pagar una indemnización que ir arrastrando un gasto no productivo
(porque no haya trabajo, por ejemplo).
La pesadilla
del empleador…
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