martes, 22 de octubre de 2013

El empleado: cliente interno

Me preguntaba el otro día una amiga cómo motivar a las dependientas de su negocio planta calle para que pusieran más interés, no se borrara la sonrisa de su rostro y fueran máquinas de vender faldas.

Por mucho que se ha escrito sobre el tema, témome que no hay una respuesta única. Cada individuo tiene motivaciones distintas para hacer o dejar de hacer algo.
  
La mayoría de los empleados te dirán que trabajan por dinero. Aunque esto es esencialmente cierto, los estudios demuestran que el rendimiento de un empleado no mejora, necesariamente, con el incremento del salario: la persona trabajadora trabaja; la que no lo es, no. Puede haber un repunte tras un aumento, pero suele decaer. Tampoco pagues por debajo de mercado porque puedes perder un empleado valioso.

Ya que hemos hablado de dinero, dejaré caer la de comisión por objetivos, un clásico que todo el mundo entiende. En la venta suele dar buenos resultados, pero son muchos los que se acomodan a un fijo. Por otro lado cabe vigilar la “venta a toda costa” que puede traducirse en clientes insatisfechos, devoluciones, pleitos, etc.

Una mala aproximación al problema de la motivación en el trabajo

Sin embargo, sí podemos ayudar a que nuestros trabajadores “sientan un poco más los colores” y mejorar sus condiciones y, de paso, las nuestras. Vamos a introducir cuatro y a ver si entre todos hacemos que crezca la lista.

  • Días libres I: si hay un día flojo y el empleado no es realmente necesario, permítele dedicarse a sus cosas sin bajar el salario. Deja claro que es una medida de gracia y que lo haces porque no ves sentido a atar a alguien al local ahora que no es necesario. Que el futuro ya dirá si es necesario recuperar el ritmo de trabajo de cuarenta horas semanales.

  • Días libres II: determinados trabajos te permitirán fijar tareas semanales y puedes recompensar a un empleado dándole la tarde del viernes libre si ha cumplido con todos su cometidos correctamente.

  • Responsabilidad: hay trabajadores que se ven recompensados cuando se toman en cuenta sus aportaciones, cuando se les valora. Esto puede beneficiarnos doblemente pero no debemos decir amén a cualquier sugerencia de alguien que, aun dentro del equipo, no conoce todos los entresijos del negocio.

  • Sentido común: escaso pero existente. Debemos hacer entender a todos nuestros empleados y colaboradores que si no realizan bien su trabajo, si no nos comentan sus dificultades en el día o no simpatizan un poco con nuestros clientes finales y sus problemas es muy probable que la empresa cierre y acaben en la calle o con un cliente menos. En estos días de apatía puede ser absolutamente inútil pero, si tenemos la suerte de dar con alguien cabal, exponer claramente las dificultades del trabajo, lo complicado de la situación actual y la importancia de cada cliente puede ser francamente útil. Pero, ¡sin dramas!, no queremos atemorizar a nadie, sólo hacerle ver que es parte importante de nuestro pequeño negocio.

Así nos verán muchas veces al ponernos en plan “Departamento de Recursos Humanos”

No he mencionado hasta el momento el trato para con nuestro empleados. Evidentemente debe ser siempre correcto y respetuoso, ni demasiado relajado ni seco y demasiado distante. Es un equilibrio delicado que debe trabajarse día a día, como en cualquier relación humana.

Bueno, hasta aquí nuestro consultorio sentimental de hoy.

Sed buenos.

La cosa debería terminar por funcionar mas o menos así